#148. Cuando “Construir Algo que la Gente Quiera” es la Receta para el Desastre. La Maldición de la Ambigüedad. ¿Qué Problema del Mundo te Vuelve Loco?
"El éxito no 'ocurre'. Lo causas con tú con tus acciones. Tus objetivos existen para alimentar tu acción masiva" - Grant Cardone
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1. Cuando “Construir Algo que la Gente Quiera” es la Receta para el Desastre
Hace unos días un buen amigo me preguntó por el motivo último por el que me lanzo de nuevo a emprender.
Le conté la anécdota de Forrest Heath, fundador de Somos, una compañía que está democratizando el acceso a infraestructura digital en Latinoamérica (basado en Colombia).
Un día, alguien que escuchaba la pasión con la que hablaba de la misión de Somos, le dijo genuinamente “espero que te vaya genial y vendas Somos por mucho dinero, porque sé que serás un ‘billonario’ que hará mucho bien en el mundo.”
Heath, sorprendido, respondió:
“¿Por qué sacaría dinero de Somos? Esta es la máquina que estoy construyendo para hacer todo eso que te estoy contando.”
A Forrest le encanta desarrollar infraestructura. Si vendiese Somos mañana, usaría el dinero de la venta para hacer exactamente lo mismo. Sin embargo, si se retirase mañana tendría menos recursos para hacer lo que ya está haciendo, porque no tendría un equipo a su lado, comprometido con la misma misión. Su compañía, Somos, es — ya, hoy — el vehículo con el que está realizando esa aspiración.
Su historia es otra demostración más de la famosa parábola del MBA de Harvard y el pescador: Forrest Heath ya ha triunfado, porque su éxito no depende de vender aquello que está construyendo. El éxito, para él, es el privilegio de dedicar sus días a resolver los problemas que le importan con gente alineada con su misión.
Cuando pienso en StellarX Labs y Wiselook, las dos compañías a las que voy a dedicar mi tiempo a partir de ahora, pienso en dos misiones muy importantes para mí — con independencia de si necesito (o no) seguir trabajando para mantener a mi familia.
Si mañana me tocasen $100 millones en la lotería, metería lo que fuese necesario de ese dinero en ambas empresas, y seguiría trabajando para ellas en mi día a día.
¿Por qué?
Porque, como dice Heath, estas dos empresas son las máquinas que quiero construir (a largo plazo) para resolver problemas que me importan en los mundos del capital y del talento, mis dos grandes “amores profesionales”.
En otras palabras: si mañana no necesitase trabajar para vivir, dedicaría mi tiempo (y mi capital) exactamente igual a:
Invertir con nuestros modelos de machine learning en la ciencia y la tecnología que va a transformar los sectores críticos de la economía en el mundo (StellarX Labs), y
A ayudar a empresas y profesionales a conocer y poner en valor su verdadero talento, y así curar la ceguera con la que ambas partes viven hoy en día — y que impacta tanto los resultados empresariales como la calidad de las carreras de sus profesionales (Wiselook).
Esto, que a mí me parece bastante obvio, es raro. Muy raro.
Y ahí está el problema.
¡Vamos a fabricar fundadores!
Este año Y Combinator (YC) celebró 20 años. Su eslogan fue:
“Hemos creado $800.000 millones de dólares en valor de mercado de startups.”
Como ves, no hicieron referencia al impacto que han tenido sus inversiones en resolver problemas importantes en el mundo. Se presentaron al mundo como una cadena de montaje de futuros unicornios.
El otro día leía, en el magnifico blog de Kyle Harrison, que YC parece estar haciendo el mismo viaje que hicieron hace muchos años las grandes universidades con sus programas de MBA: convertirse en un sello, en una señal de estatus.
Hace unos años, ir a un MBA era lo que tenías que hacer para estar en la pomada. Hoy, el camino para ser emprendedor se está normalizando de forma parecida.
En palabras de Harrison:
“YC está recorriendo aceleradamente la misma transición que pasaron las universidades: de proporcionar valor enseñando cosas a capturar valor haciendo de ‘gatekeeper’ para formar una élite. De ahí que cada vez haya founders más jóvenes, más orientados al estatus, y que cada vez provengan más del mismo círculo social.”
Antes, el MBA se veía como una receta probada, como un camino normativo con alta predicción de una buena vida futura. Por eso cuestan el dineral que cuestan: porque saben que el que lo paga no lo ve como un gasto, sino como una inversión que tiene un retorno real y observable: lo puedes medir en las carreras de miles de personas que lo han hecho antes que tú.
Hoy, que te financien tu startup empieza a ser otro camino profesional normativo más. Donde antes era “ve a una buena universidad, consigue un buen trabajo, cásate, compra tu casa.”, ahora también es “lanza una startup, levanta venture capital, crece como un cohete, vende tu unicornio.”
Esto es completamente antinatural.
Uno puede trabajar en un trabajo por cuenta ajena que no represente una realización de su misión personal, y aún así tener una carrera decente. Millones de personas tienen esa vida.
Pero no puedes aspirar a fundar una startup persiguiendo el resultado — la venta, el tan deseado exit — sin una misión potente que haga soportar el proceso. Porque el proceso de emprender es brutal de necesidad, y te romperá en mil pedazos mucho antes de que tengas la oportunidad de vender.
No se puede fabricar un emprendedor. Un emprendedor nace de dentro a fuera, del impulso irrefrenable de atacar un problema que le importa. De la obsesión por una misión que hace imposible no dedicarle sus mejores horas, días y años.
La misión (y no el dinero) como objetivo
“Tienes derecho solo al trabajo, pero nunca a sus frutos. Que los frutos de la acción no sean tu motivo.”
- Enseñanza hindú, según el Bhagavad Gita
Pensemos en Elon Musk.
Musk invirtió sus ganancias de Zip2 y PayPal en Tesla y SpaceX. En ese proceso Musk estuvo a punto de quebrar varias veces, pero a él la quiebra nunca le ha dado miedo.
Porque para Musk:
El trabajo que haces en pos de la misión es más importante que las recompensas financieras
El dinero es un resultado de hacer bien las cosas que hay que hacer para entregar esa misión, no un preconcepto, y
Siempre ha confiado en que su skillset le permitiría salir adelante pasase lo que pasase
Fíjate en las compañías más “contrarian” de los últimos años. Muchas tienen a los mandos a fundadores que ya no necesitan trabajar para vivir y cuyo objetivo es perdurar en su misión: Tesla y SpaceX, pero también Palantir o Anduril.
Cursor tiene pinta de ser otra compañía mission-first. Lo cuenta Brie Wolfson, que trabajó un par de meses en la conocida startup de coding por IA:
“Quizá la mejor prueba de que el premio es la misión es que, durante mi etapa en Cursor este otoño, no escuché ni una sola conversación entre empleados sobre hacerse ricos.
En Stripe y Figma (y en la mayoría de startups), este era uno de los temas favoritos en la mesa del almuerzo entre los primeros cientos de empleados.
Pero en Cursor, a medida que la valoración sube y sube, no he oído ni una palabra sobre las segundas residencias que se van a comprar, los tataranietos a los que pagarán la universidad o el año sabático que se pegarán viajando por el mundo.
Si alguien tiene el símbolo del dólar en los ojos, no lo comenta mucho. Y creo que es porque la mayoría, si pudieran jubilarse mañana, se dedicarían exactamente a lo que están haciendo ahora en Cursor.”
Para mí, la lección es esta:
Las mejores compañías están lideradas por puristas ideológicos. Gente que cree en una misión.
Gente que sigue dedicándole a ese problema la misma intensidad cuando los beneficios marginales de hacerlo tienden a cero. Fundadores que están construyendo el contenedor con el que quieren impactar el mundo a largo plazo. Emprendedores que ya han triunfado por poder dedicarse a resolver el problema que resuelven con su equipo.
Por eso no verás nunca una gran empresa liderada por un emprendedor de carrera.
Paul Graham, de YC, es famoso por decir que lo importante para una startup es “construir algo que la gente quiera.” No es un mal consejo. Pero si nos fijamos en la historia, es todavía mucho más importante construir algo que valga la pena construir (para ti, y para el mundo).
Y tú, ¿qué estás construyendo? ¿A qué dedicas tus mejores horas?
Si estás emprendiendo, imagina que mañana te toca la lotería y el dinero ya no es un problema.
¿Seguirías construyendo exactamente lo que estás construyendo? ¿O te pondrías a construir una “caja” diferente, que te permitiría hacer las cosas que realmente quieres hacer el resto de tus días?
Te puedes hacer la misma pregunta si trabajas para otros.
¿Estás resolviendo problemas que te importan, aplicando tus superpoderes, con gente a la que respetas y de la que aprendes? ¿O trabajar para ti es cobrar una nómina y no liarte demasiado?
Los mejores emprendedores se convierten en su categoría, se convierten en su producto. Pasa lo mismo con los mejores profesionales: los mejores acaban siendo el referente de un sector. Se convierten en nombres propios.
Tú decides. Pero recuerda que, como dice el Grant Cardone, “cualquier disparidad entre lo que sabes que puedes hacer, y lo que estás logrando, es un problema ético.”
2. La Maldición de la Ambigüedad
El otro día lei un artículo sobre el nuevo trabajo de Rosalía (¡gracias, Rocío por el tip!).
El autor, Eduardo Infante, nos regala este párrafo hablando de las nuevas generaciones, y del problema que está creando vivir en este caldo de ambigüedad constante:
“Les enseñamos (NB: a los jóvenes) que no había verdades, ni bien, ni mal, ni sentido, solo elecciones. Les dijimos que podían ser lo que quieran ser, ser todo, en todas partes, al mismo tiempo. Les adentramos en el mar de la libertad, pero sin brújula ni puerto al que dirigirse.
Y ese mar de opciones infinitas, lejos de emanciparlos, se volvió abismo insondable que los dejó paralizados. Incapaces de devolverle la mirada al abismo, ahora, nuestros hijos naufragan entre identidades líquidas, vínculos efímeros y deseos que no se sacian. Se consumen en el consumo. Abandonados a toda esperanza, les abrimos las puertas del infierno.”
Al leerlo recordé la profecía que escribió el gran Peter Drucker hace ya 25 años. En su artículo “Managing Knowledge Means Managing Oneself”, Drucker nos dejó esta perla:
“Dentro de unos pocos siglos, cuando se escriba la historia de nuestra época con la perspectiva del tiempo, es probable que el acontecimiento más importante no sea la tecnología, ni internet, ni el comercio electrónico. Será el cambio sin precedentes en la condición humana.
Por primera vez —literalmente— un número considerable y rápidamente creciente de personas tendrá opciones. Por primera vez, tendrán que gestionarse a sí mismas. Y la sociedad no está en absoluto preparada para ello”.
Artículo completo de Eduardo Infante sobre Rosalía aquí.
3. ¿Qué Problema del Mundo te Vuelve Loco?
“Déjame decirte por qué estás aquí. Estás aquí porque sabes algo. Lo que sabes no puedes explicarlo, pero lo sientes. Lo has sentido toda tu vida: que hay algo mal en el mundo. No sabes qué es, pero está ahí, como una astilla en la mente, volviéndote loco.”
- Morpheus (The Matrix)
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