#83. Si Quieres ser Bueno en el “Cómo”, Encuentra tu “Por Qué”. 3 Preguntas para Tomar Mejores Decisiones. Sé Bueno en Algo
No Solo Suerte - 24 agosto 2024
¡Hola!
Esta semana te cuento una historia personal para demostrarte que el “por qué” de lo que haces importa para ser bueno en tu trabajo. También te dejo con un triple filtro para tomar mejores decisiones, y una cita del gran Jerry Seinfeld que resume lo único que realmente importa en tu carrera.
Soy Rafa Sarandeses y esto es No Solo Suerte: un cocktail de 3 ingredientes para ayudarte a hacer flexiones con el coco y ser cada día mejor en lo tuyo.
Si te gusta lo que lees, por favor dale al like y compártelo con familia y amigos. Así me ayudas a que otros como tú puedan descubrir esta newsletter.
Muchas gracias por estar aquí una semana más.
Rafa
1. Si Quieres ser Bueno en el “Cómo”, Encuentra tu “Por Qué”
Hace unos años, cuando empezaba a escribir, buceaba de vez en cuando por el apasionante mundo de Quora.
Quora es una web en la que la gente hace preguntas, de todo tipo, y que cualquiera puede animarse a responder. A veces me dedicaba a responder preguntas sobre cómo desarrollar una buena carrera en finanzas.
Un día me crucé con esta pregunta:
“¿Cuántas matemáticas necesitas para ser un banquero de inversión?” — leí.
La pregunta me arrancó una carcajada.
Me vi a mí mismo, sentado en mi mesa en 2005, luchando como analista de primer año en el trading floor de Goldman Sachs en Londres.
Había gente gritando. Algunos hablaban por dos teléfonos al mismo tiempo. No podía escuchar mi propia voz.
Ese viernes acababan de publicar los datos de empleo de USA, lo que solía mover mucho al mercado. Y ahí estaba yo, con un cliente (un gran fondo) en la línea y a mi trader frente a mí, ambos esperando para cerrar una operación.
Me había quedado en blanco. No podía calcular en mi cabeza el precio correcto.
Nada salía de mi cerebro. Nada. Era como ver una película de terror a cámara lenta, sabiendo que el actor a punto de ser asesinado era yo.
Entonces mi trader se levantó con el rostro encendido. Había agotado su paciencia: “¿Qué va a ser, ‘mate’? Esto no es una jodida floristería. ¡Despierta o busca otro trabajo!” — Gritó.
Y tenía razón.
Un tipo de letras en el infierno matemático
Yo siempre fui un estudiante decente. Buenas notas, pero sin exagerar. Esfuerzo adecuado cuando era necesario. Tirando a vaguete cuando me lo podía permitir.
En bachillerato escogí lo que entonces se llamaba letras mixtas. Destacaba con facilidad en historia, filosofía o literatura. El análisis sintáctico era lo mío. Veía las estructuras de “sujeto-predicado-complemento” en mi cabeza como si fuese el John Nash de las letras. Lo que veía bastante más borroso eran las integrales. Las mates no eran lo mío. Nunca lo fueron.
Años más tarde, en 2005, a alguien (a quien debo mucho, tú sabes quién eres) se le ocurrió que era buena idea ofrecerme trabajo en el negocio de ventas institucionales de divisas de Goldman Sachs.
Cuando se lo conté a mi madre, sentí todo su apoyo. Me dijo “no durarás más de 3 meses”.
No la culpo. Me conoce como si fuese mi madre.
El trabajo requería cálculos mentales al instante mientras cerraba transacciones bajo presión, con clientes al teléfono. Todos los días sufría los gritos de los traders esperando que procesara los números en mi cabeza.
Mientras tanto, en paralelo, mi jefe me motivaba golpeando la mesa por cada segundo que pasaba sin que una cifra rápida (y precisa) saliese de mi boca. Algo que hoy saldría en las noticias, seguramente. Yo, que soy un clasicote, le agradezco de corazón su formación de vieja escuela.
Los números no eran mi único problema. También olvidaba cosas importantes todo el tiempo. Cometía errores por no tomar notas. Mis pantallas eran un océano de post-it que iban cayendo al suelo cada pocas horas.
Llegó un momento en el que entendí que para construir una reputación productiva (es decir, una reputación que me ayudase a mantener mi trabajo) iba a necesitar eliminar los post-it y hacer algo con mi adicción a la calculadora.
¿Cómo podía darle la vuelta a la situación?
La importancia del “por qué”
“Siempre tenemos una elección. Lo que no siempre tenemos, a menos que lo manufacturemos, es algo con lo que medir nuestras decisiones. Eso es lo que te da una visión clara: una manera de descifrar si una decisión es buena o mala para ti, basada en si te acerca o te aleja de hacia dónde quieres que vaya tu vida. ¿La imagen que tienes en mente de tu futuro ideal se vuelve más borrosa o más nítida si haces lo que estás a punto de hacer?”
- Arnold Schwarzenegger
Antes de unirme a la firma, nunca “necesité” ni “disfruté” las matemáticas. Tampoco me causaba problemas ser despistado (mi madre me ha llamado “membrillo” toda la vida).
Siempre lograba sacar las cosas adelante de algún modo.
Hasta ese 2005.
Ese año me di cuenta, por primera vez (me ha pasado desde entonces en 3-4 momentos clave de mi carrera), que me faltaban herramientas en el zurrón para superar el reto. Estaba delante de eso que los anglosajones llaman un “step change”: un momento en el que no te vale seguir con un modelo de crecimiento lineal, sino que toca crecer mucho de golpe.
Corría el riesgo de morir en la orilla. Había logrado entrar en Goldman Sachs, que es dificilísimo, pero estaba a punto de perder mi trabajo si no hacía algo al respecto.
Así que tomé una decisión: no sólo no me iban a despedir. Iba a hacer lo que fuese necesario para tener éxito en Goldman.
El foco y el trabajo duro se comen al talento y los títulos para desayunar
“Trabaja para convertirte en algo. No para comprarte algo.”
— Kevin Kelly
Ese propósito claro me dio fuerza para aprender a trabajar con porcentajes y decimales en mi cabeza en unos pocos segundos con una precisión aceptable. Me llevó tiempo, pero el esfuerzo dio sus frutos.
También mejoré mi escucha activa, empecé a tomar notas regularmente y empecé a tirar de calendario en outlook para no perderme ningún deadline.
Obviamente chocaba contra el muro de vez en cuando. Cuando eso sucedía, unos minutos de escritura me ayudaban a encontrar soluciones y a volver al floor con confianza.
Algunas de las preguntas que me ayudaban a dar el siguiente paso, en esos momentos de confusión, fueron estas:
Ante esta situación, ¿elijo ser víctima o superviviente?
¿Qué puedo hacer al respecto?
¿Cuál es el primer paso para empezar?
¿Cuáles son las partes que forman este problema?
¿Cómo superé un desafío similar en el pasado?
¿Cómo puedo confiar en otras partes de mi talento, mi equipo o la tecnología para obtener los resultados que necesito?
¿Qué otros recursos o relaciones tengo a mi disposición?
¿Qué le diría a alguien en mi situación, si viniese a pedirme consejo?
Invierte tiempo y energía en conocerte a ti mismo
"Las carreras exitosas no se planifican. Se desarrollan cuando las personas están preparadas para las oportunidades porque conocen sus fortalezas, su método de trabajo y sus valores."
- Peter Drucker
Escribir en mi cuaderno trajo otros beneficios. A través de mis notas empecé a preguntarme: “¿en qué soy mejor que los demás aquí?”
No había pensado mucho en ello hasta entonces. Pero reflexionando, me di cuenta de que era bueno en desarrollar rápidamente la confianza con mis clientes. También leía bien los mercados, y se me ocurrían ideas sólidas. Tenía una ética de trabajo fuerte. Hablaba varios idiomas, lo que me permitía crear relaciones con otros equipos en el banco.
¿Iba a dejar que la gente me conociese por mi (pobre) cálculo mental y mis despistes, o iba a enfocarme en generar valor con mis fortalezas?
Elegí lo segundo. Empecé a aportar desde mis fortalezas, tratando de ponerlas a trabajar todos los días de manera creativa, mientras buscaba cómo mejorar mis debilidades hasta un nivel “suficientemente bueno”.
¿No iba a trabajar a muerte mis debilidades, entonces? No, porque mis debilidades siempre iban a ser la fortaleza de otro. Nunca iba a ser el mejor en algo con lo que partía con tanta desventaja. Por eso, me enfoqué en llevar mis debilidades hasta ese punto en el que dejan de ser parte de tu “reputación”: ese momento en el que dejan de interferir con los resultados que puedes lograr con tus fortalezas. Ni más ni menos que eso.
15 años después…
Al poco tiempo los post-it comenzaron a desaparecer gradualmente de mis pantallas. También desarrollé una habilidad decente para el cálculo mental. Mi eficacia profesional se disparó. Incluso me hice buen amigo de aquel trader tan enfadado.
Estaba trayendo clientes, agregando valor y generando negocio.
El esfuerzo dio sus frutos más allá de no ser despedido: esa mentalidad me permitió asegurar una promoción al nivel de Asociado en 2 años (y no en 3), un evento bastante raro en Goldman.
Siguieron 15 años en la industria.
Desde entonces, he tratado de seguir fiel a este mantra:
Cuando hay un “por qué” sólido (un propósito alineado con los problemas que quiero resolver con mi trabajo), no hay “cómo” que no se pueda atacar. Haré lo que haga falta. Pagaré el precio que toque. Sin embargo, Si el “por qué” no está tan claro, la experiencia me dice que ese trabajo tendrá -antes o después- fecha de caducidad.
Cualquier carrera profesional pasa por fases en las que hay que poner a prueba si lo que estamos haciendo es lo que queremos hacer. Si vale la pena pagar el precio para llegar a destino. Seguro que lo has vivido en alguna ocasión. Las dudas sobre ti mismo. La vulnerabilidad. La presión.
Cuando te sientas así, no pases por encima. No dejes que vaya a más.
Hazte las preguntas correctas. Y si las respuestas refuerzan tu convicción, concéntrate en lo que único que importa, porque es lo único que puedes controlar: acostarte hoy siendo una mejor versión de la que saltó de la cama esta mañana.
Desarróllate. Ignora el ruido. ‘Do the work’. Un día tras otro, y un paso tras otro. Hasta que encuentres el asidero que siempre está oculto bajo el fango. Porque, si estás dispuesto a trabajar duro, siempre hay un asidero.
Así que… volviendo entonces a la pregunta inicial: ¿cuántas matemáticas necesitas para ser un banquero de inversión? Algo, desde luego. Pero no tanto como parece.
2. 3 Preguntas para Tomar Mejores Decisiones
Dicen que sobreestimamos lo que se puede conseguir en un día, y subestimamos lo que podemos lograr en un año. El mismo principio aplica a la importancia relativa (corto plazo vs. largo plazo) que damos a las decisiones.
Para eliminar ese sesgo, la próxima vez que te martirices con una decisión, prueba a pasarla por este triple filtro:
¿Cómo me sentiré al respecto dentro de 10 minutos?
¿Cómo me sentiré al respecto dentro de 10 meses?
¿Cómo me sentiré al respecto dentro de 10 años?
Probablemente te ayude a tomar una perspectiva más equilibrada y a sufrir un poco menos en el proceso.
3. Sé Bueno en Algo
"No hay nada que deteste más que a un diletante, porque odio hacer nada a un nivel mediocre. Así que sé bueno en algo. Ya está. Eso es todo. Todo lo demás es paja."
- Jerry Seinfeld
Es curioso que otro grande de la comedia, Steve Martin, dice algo parecido: “el truco para tener éxito es ser tan bueno que no puedan ignorarte.”
Si te ha gustado lo que lees, no olvides darle un like y compartirlo con otros como tú que quieran ser mejores cada día en lo suyo. ¡Gracias!
Otro gran post, con el que estoy 100% de acuerdo. Como dijo Nietzsche: “quien tiene un porqué encuentra un cómo”
Me he reído leyéndote… la historia es genial y sobre todo, muy buen ejemplo a seguir.